Sarah Schulman - "Gente en apuros" (Alfaguara)

Vi hace poco una película que me recordó un libro que había leído hace un tiempo. Shortbus y People in trouble. John Cameron Mitchell y Sarah Schulman. Ambas son historias sobre personas que viven en los márgenes no visibles de la sociedad. No sé si la palabra marginado sería adecuada o no. Es tan genérica que casi pierde su sentido. El centro de atención está focalizado en un grupo de gente que no se siente cómoda con los clichés sexuales que se le han impuesto. No divagaré aquí sobre las construcciones sociales de sexo y género. Pero sí haré mención a la teoría queer, que tiene en ello su objeto de estudio, por si a alguien le interesa saber un poco mejor de qué va todo esto. Es una reflexión intelectual llevada a cabo por filósofos y profesores universitarios que dan palabras a un sentimiento colectivo. Perdido el espíritu combativo de Stonewall, se hizo necesaria otra enunciación para reclamar la diferencia y la diversidad. Un resumen rápido. Queer significa raro, pero es usado –como fagget en el argot inglés– como marica o bollera; un insulto, se entiende. Pues bien, la teoría queer coge el insulto y se lo apropia. Es como levantar la cabeza y gritar. “¡Soy marica! ¿Y qué?” Todo ello adornado con una extensa y compleja amalgama de teorías que parten de la deconstrucción social esgrimida por Derrida o Foucault y que se quieren separar de la hasta entonces (hablamos de principios de los 90) corriente imperante en los ensayos sobre homosexualidad.

Y con ese grito conceptual se defienden también los personajes de Shortbus. El film sigue los pasos a un grupo de personas en Nueva York, en concreto sus andanzas en un local donde todos confluyen, se mezclan, se entienden y se reconfortan. Entre ellos no tienen nada en común más que sus rarezas sexuales, que les alienan en un mundo construido a sus espaldas.

Sufrimiento, decadencia sexual, conocimiento de la propia diferencia, diversidad humana y ningún miedo a situar el punto de vista en aquello que fluctúa por otros caminos que van más allá de la heteronorma, People in trouble de Sarah Schulman confluye también en todo este maremágnum. Todo y estar escrito en 1990, unos 17 años antes del estreno de la película de John Cameron Mitchell, para mí simbolizan lo mismo. El espíritu es el mismo. En el libro de Schulman lo importante es el extraño ambiente que rodea a los protagonistas. Un ambiente como en descomposición, difícil, que rechaza, que hace daño. Schulman se centra en Gente en apuros en la crisis del SIDA, a través de la visión de tres personajes principales que están en búsqueda de su propia identidad sexual, como ser humano con derecho a un lugar en el mundo. Se inspiró Schulman en sus días como activista con ACT UP (AIDS Coalition to Unleash Power) y situó la novela en el East Village neoyorquino. Fue una de las primeras aproximaciones a mostrar las reacciones de los propios afectados por la pandemia. Actuación, posicionamiento político ante la crisis, y no contemplación y asimilación de la enfermedad como ese castigo divino ante el pecado homosexual. Un libro intenso, abierto, sin tapujos, un retrato vívido sobre la homosexualidad en ese momento y que en España fue publicado por Alfaguara, aunque ahora está totalmente descatalogado.

Es curioso, asocio este libro con Shortbus, pero no me vino a la cabeza el musical Rent, todo y que el tema que tratan es el mismo. Pero están relacionados. Y tanto. De hecho, este libro y su autora hicieron un poco de ruido unos años después, cuando la autora lesbiana denunció que el exitoso musical de Broadway (del que posteriormente se ha hecho una versión en el cine) había plagiado partes significativas de su libro. Incluso publicó un ensayo al respecto en 1998, Stagestruck: Theater, AIDS and the Marketing of Gay America. Para sintetizar lo que Schulman piensa, mejor leerlo de un extracto de una entrevista realizada por Javier Sáez y publicada en su página hartza.com. “Lo que pasó con mi novela forma parte de una estrategia muy habitual: obras que surgen de culturas marginales, como Gente en apuros, son aprovechadas por el sistema para su comercialización a gran escala, eliminando toda su crítica y sus elementos más originales”. Sobran las palabras.

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