Margaret Atwood- “La mujer comestible” (Ediciones B)

Desde hace años Margaret Atwood es casi la única mujer que suena en las quinielas previas al Nobel, bueno, junto al de Doris Lessing que por fin se lo ha llevado este año. Da igual que se lo den o no, las pautas que rigen este galardón son de lo más insospechadas para mí, si no, mira Elfriede Jelinek… La cuestión es que es una de las autoras vivas más relevantes y polifacéticas, que igual hace novela de ciencia-ficción, que poesía, que cuento. A mí me atrajo primero de todo la sonoridad de su nombre y que fuera canadiense. Aunque ya había leído algo de ella, no me había calado tanto como La mujer comestible, su primera novela publicada en 1969 aunque escrita cuatro años antes. En ella cuenta el desvarío que sufre una joven desde el momento en que decide ser aquello que se espera de ella: una buena esposa y ama de casa. Es una historia ubicada en mitad de los años sesenta y en un principio ese conflicto que se le plantea a Marian te parece de lo más chocante y pasado de moda, eso ya no ocurre, piensas ingenuamente, pero la novela de Atwood acaba hurgando más allá de la anécdota.

La chica tiene estudios, tiene un trabajo y tiene un amigo/amante con el que pasa el rato alegremente. Pero de repente siente sobre sí el peso de la sociedad (ese concepto tan ambiguo cuando lo ves escrito pero que puedes palparlo cuando te afecta de cerca), de lo que se supone que debe ser para cumplir con la normalidad, con los cánones de buena conducta, y ella, chica lista, sigue, a priori, el guión con facilidad. Las aguas van por el cauce que deben ir y su novio le pide en matrimonio a pesar de haber sido hasta el momento un soltero de esos recalcitrantes que sienten pavor al compromiso. Es en ese punto, cuando él hace lo que corresponde, cuando a ella se le empiezan a fundir los plomos; hasta ahora estaba a salvo con alguien como él, pero ahora ya no habrá manera de escapar, no puede decir que no, no puede mostrar un carácter tan resuelto, tan independiente, no puede, básicamente, desear otra cosa para sí misma. La protagonista se transforma de manera tan súbita que apenas formalizan su compromiso y él le pregunta cuándo quiere casarse, ella le contesta, atónita antes sus propias palabras: “Prefiero que lo decidas tú. Las grandes decisiones prefiero dejártelas a ti”. Una respuesta espeluznante pero con plena vigencia.

A lo largo de diferentes situaciones, con sus compañeras de oficina (las tres vírgenes, como ella las llama), con su familia, con un extraño amigo que conoce en la lavandería, con su prometido, con su compañera de piso que está decidida a ser madre soltera para poder culminar su feminidad…, seguimos a Marian en su comportamiento cada vez más bizarro y vemos la progresiva pérdida de identidad que sufre, cómo no se reconoce a sí misma, pierde poco a poco el apetito y deja de consumir cualquier alimento que pueda identificar como ser vivo. Ella cree que su novio quiere destruirle, ella cree que desea ser reajustada y devuelta al redil, pero en realidad lo único que tiene claro es lo que no quiere, no quiere desempeñar un rol pasivo, aunque no sabe cómo hacerlo. Como ya he dicho, al principio te chirría un poco el gran dilema que se plantea esta mujer, pero la autora sabe trascender el detalle mediante un simbolismo muy particular, hablando del derecho de elección y de la idea de mujer.

En la introducción de Margaret Atwood a la edición que me he leído cuenta que aunque la publicación de su libro, a principios de los setenta, coincidió con el auge del feminismo, su obra es más bien protofeminista porque en su entorno no había todavía ningún movimiento semejante en 1965. Y sobre éste afirma que “las metas del movimiento feminista no se han alcanzado, y quienes aseguran que vivimos en una era post-feminista se equivocan, lamentablemente, o se han cansado ya de pensar en estos temas”. Aunque estas palabras corresponden a 1979 considero que aún siguen teniendo sentido. El feminismo es un movimiento que ha pasado por diferentes estadios desde los primeros escritos de Simone de Beauvoir y Betty Friedman, críticas externas y sobre todo disputas internas, que como en la izquierda en general, han lastrado su desarrollo, su calado universal. El otro día, mientras veía la película Becoming Jane que cuenta la juventud de la gran escritora inglesa del siglo XIX Jane Austen, me acongojaba viendo de cerca lo mal que lo habían tenido las mujeres para ser quiénes querían ser hasta hace nada, e incluso ahora, y lo mucho que algunas se habían rebelado y alzado por encima de la norma. A estas alturas no se trata solamente del hombre queriendo domesticar a la mujer, sino también de las mujeres limitándose a ellas mismas.

1 comentarios:

    On 2 de febrero de 2010, 5:29 Anónimo dijo...

    Hola... sabes si este libro se consigue en Argentina?, para ser mas preciso en Cordoba, porque en Internet solo encuentro su version en ingles..! :s.

    tengo 17 años y me encantaria leer ese libro, lei solo un fragmento y me fascino.!

    Te dejo mi mail : cuassolo_16@hotmail.com escribime si es posible.!
    Desde ya muchas gracias.
    Leandro

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