Ferran Torrent - "Judici Final" (Bromera/Columna/Planeta)

A principios de la presente década, el escritor valenciano Ferran Torrent se metió en un embolado de imprevisibles dimensiones. A meses de unas elecciones autonómicas en la Comunitat Valencia -la suya- en las que no estaba segura la continuidad de la hegemonía del gobierno (ante la posibilidad principalmente de la irrupción de un partido nacionalista hasta entonces sin representación), Torrent se propuso realizar una trilogía de obras inspirada en el panorama político valenciano. Una empresa en la que, cambiando ligeramente nombres y situaciones y con la libertad que permite la ficción y el adelantarse a los aconteciomientos, describiera la trastienda de la escena política valenciana.

Así vio la luz en el 2002 la primera entrega de la trilogía, una Societat Limitada en la que los dirigentes del partido nacionalista se las ingeniaban para, engañando a unos y otros, conseguir un crédito bancario con el cuál financiar una campaña que les permitiera obtener la representación parlamentaria que decidiría el próximo gobierno. El libro era divertido, con una trama muy entretenida que mostraba a grandes rasgos las intrigas que se urden en las bambalinas de la escena política, y además tenía el aliciente de proponer un juego de identificaciones -bastante evidentes lo que las hacía más jocosas- entre los personajes ficticios y algunas figuras de la política local.

Sin embargo, la hipótesis que barajaba Torrent de que el partido nacionalista obtendría representación parlamentaria no se vio refrendada en las elecciones, y en la segunda entrega, Espècies Protegides, la trama ya se desvió notablemente de la realidad política valenciana. Esa coyuntura llevó el escritor de Sedaví a permitirse más libertad para fantasear y trasladó el peso principal de la acción a Juan Lloris, un campechano empresario local, despechado por el desprecio de sus colegas, que decide ganarse su respeto y el de la ciudad a través de convertirse en el presidente del Valencia CF. El resultado fue una historia más fantástica que su predecesora, casi un sainete, repleto de humor, en el que el autor además se permitía lanzar una serie de conjeturas acerca de extraños fenómenos (la quema indiscriminada de coches) que tenían lugar por entonces en la ciudad de Valencia.

Todo esto viene a cuento porque, para cuando Ferran Torrent se enfrentó a la tarea de escribir la tercera y última entrega de la saga, seguramente poco quedaba de la idea inicial que llevó al escritor a plantear semejante empresa. Es quizá por eso por que Judici Final es, de las tres, la novela menos sólida, la menos apegada a la realidad local y autonómica que pretendía reflejar la trilogía, y también la que menos se puede disfrutar de un modo independiente. Y es que a ella hay que llegar con la lección aprendida, sabiendo quién es quién, porque a penas se da ningún esbozo de los personajes ya presentados en las anteriores partes.

Avisados ya de eso, los que se adentren en ella, seguramente lectores de las anteriores y posiblemente seguidores del autor, verán como los principales actores de la trama precedente ceden esta vez el protagonismo a Liam Yeats, un asesino profesional que viene contratado para acabar con la vida de Juan Lloris antes de que se erija alcalde de la ciudad tras su exitoso paso por la presidencia del Valencia CF. Y eso no es todo, porque los encargados de desmontar todo el complor serán ni más ni menos que Toni Butxana y el comisario Tordera, dos de los personajes más emblemáticos de la bibliografía de Torrent a los que, como a la trilogía, el escritor da carpetazo haciéndoles coprotagonizar esta aventura.

Así Judici Final se convierte en una especie de festín para los fans del escritor, un fin de fiesta privado, para los iniciados, que no disfrutarán los profanos a la obra de Torrent o a la propia trilogía. Pero también en una obra en la que, al soltar tanto lastre, el escritor marcó sin duda un punto y aparte en su carrera. Veremos qué nos depara su próxima entrega, que a estas alturas debe estar al caer.

Muere Norman Mailer

El excesivo escritor estadounidense Norman Mailer murió ayer a los 84 años. Permanente agitador y protagonista de polémicas a lo largo de su vida, Mailer había escrito hasta cuarenta obras entre novela, ensayo, poesía, teatro, biografía así como numerosos artículos. Él fue precisamente uno de los instigadores, junto a Truman Capote y Tom Wolfe, del nacimiento del llamado Nuevo Periodismo, una corriente literaria surgida en los sesenta y que proponía aplicar las técnicas de la novela al relato periodístico. Hombre de ego descomunal, se creó a lo largo de su vida tantos amigos como enemigos, y sonados fueron sus encontronazos con otros escritores como Gore Vidal o con el movimiento feminista. Su enorme personalidad siempre fue unida a una obra cuya voluntad también era la agitación, especialmente política, con libros como Los desnudos y los muertos (1948), sobre la II Guerra Mundial o ¿Por qué estamos en Vietnam? (1967). Ganador dos veces del Pulitzer con El ejército de la noche (1967) y La canción del verdugo (1980), Mailer también ejerció de guionista, productor, director e incluso de actor de algunas películas, aunque su gran vocación siempre fue la de escribir la gran novela americana. Entre sus últimos libros destacan El fantasma de Harlot (1991), sobre la historia de la CIA, y El evangelio según el hijo (1998).
Aquí están los artículos más interesantes que he encontrado sobre la noticia:

Página 2

El pasado domingo RTVE estrenó en La2 su nuevo programa sobre libros. Página 2 es su título y sí, el enlace está ahí porque el espacio tiene su propia web, un site muy completo que además de reforzar los contenidos, permite verlos de nuevo (o por primera vez, si uno se perdió el pase de las 20:15). Reportajes de temas de actualidad, novedades, comentarios de personalidades acerca de su relación con la lectura o breves entrevistas a escritores son algunas de las secciones que constituyeron la primera edición de un Página 2 que puede constituirse como el programa de literatura que la televisión española necesitaba. Veremos.


Petros Markaris - "Defensa Cerrada" (Ediciones B)

"Es una casa de dos plantas y no está cerca del mar, sino en lo alto del monte, a dos pasos de Jora. La construyeron el cuñado de Adrianí y su hermano en la época dorada de las subvenciones agrícolas del Mercado Común. Mi cuñado es ferretero y su hermano tiene un café, nada que ver con los nobles campesinos. Sin embargo heredaron un terruño de su padre en el que pusieron a trabajar a unos albaneses, recogieron la cosecha, la tiraron al mar y se embolsaron la subvención. Así pudieron construir la casa."

Con detalles como éste describe Grecia Jaritos, el comisario protagonista de las novelas policíacas de Petros Márkaris. Un hombre sencillo, de mentalidad conservadora y trabajador honesto, que en primera persona nos relata, en este Defensa Cerrada, su investigación sobre dos asesinatos inconexos (el de un arbitro de fútbol de tercera división cuyo cadáver aparece en una pequeña isla y el de un oscuro empresario asesinado a la puerta de uno de sus locales) cuya autoría sus superiores no parecen tener muchas ganas de esclarecer.

Sin embargo, como manda la tradición de la novela policíaca mediterránea, aquí los crímenes son el hilo conductor de una historia en la que las sencillas relaciones personales de un maduro comisario con su esposa y su hija universitaria, y la descripción de una Atenas sumida en un caos social, administrativo y político, tienen tanto o más peso que la intriga.

Y Márkaris, traductor al griego de la obra de Bretch y colaborador habitual del realizador Theo Angelopoulos, demuestra su habilidad para ensamblar todos los elementos creando una novela de lectura sencilla, pero al tiempo cargada de detalles. Porque, huyendo de las descripciones explícitas, el autor imprime un ritmo constante a la trama y al tiempo deja que sean las situaciones en las que se ve envuelto el comisario, muchas de ellas cotidianas (atascos, huelgas, visitas al hospital), y su relación con el resto de personajes, las que proporcionen al lector la información que desea transmitir.

Es así, con su sencillez, su valor testimonial y su capacidad de entretener, como Defensa Cerrada se erige en una novela, si no sobresaliente, sí ejemplar del género policiaco mediterráneo, permitiendo a su autor (del que también se han publicado Noticias de la Noche y Un Caso del Comisario Jaritos y otros Relatos Clandestinos) codearse con los grandes contemporáneos del género. Y no es poco.

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