Andreu Martín - "De Tot Cor" (Bromera)

En la presentación de De Tot Cor, señaló su autor Andreu Martín, que uno de los aspectos que hacían tan especial y tan atractivo el género negro, era su valor didáctico. Efectivamente, además del lado lúdico de tratar de adivinar la intriga que se plantea, lo que muchas de esta novelas del género permiten a sus lectores es adentrarse en mundos a los que les es difícil acceder. Precisamente en nuestro país, Manuel Vázquez Montalbán fue el que llevó esto al extremo en novelas protagonizadas por el detective Carvalho, en cuyos argumentos el crimen no era más que una excusa para analizar el contexto en el que lo situaba, quedando su resolución en un muy segundo término. Y seguramente, por esos antecedentes, se antojaba tan atractiva la idea del experimentado Andreu Martín de situar el crimen de su nueva novela en medio del estercolero mediático de la prensa rosa; un ámbito del que el que más y el que menos conoce el funcionamiento, pero del que seguramente se podría airear -con la excusa de la ficción- algún aspecto todavía desconocido.

Seguir Leyendo... Así pues, Martín asesinó en su nueva novela a un viejo periodista del corazón y vertió las sospechas en un variado número de los personajes que viven del mercadeo de la intimidad de los "famosos". Y para dotar a la misma de mayor interés, planteó la narración de una manera muy peculiar, al recrear la historia de lo sucedido y de su investigación desde tres diferentes puntos de vista: desde el del principal narrador, y desde los de los autores de dos libros -ficticios, evidentemente- inspirados en la investigación del crimen que el primer narrador emplea para sustituir su palabra en su explicación de la historia. Esto, que así explicado puede resultar complejo, es resuelto con gran habilidad por Martín y proporciona el principal atractivo a la novela, pues aporta la lectura de que un mismo suceso puede ser muy distinto dependiendo del narrador y los intereses que tenga puestos en el mismo.

Sin embargo cabe lamentar por otro lado que Andreu Martín, a mi modo de ver, haya sacrificado el aspecto didáctico del que hablaba al principio, por el aspecto lúdico. Pues al final el tema de la prensa del corazón no deja de ser un simple escenario en el que a penas se profundiza, a favor de una formalidad narrativa original y la plasmación de un ritmo vertiginoso -en algún momento hasta precipitado- en el desarrollo de la historia. Podríamos convenir en definitiva, que De Tot Cor -ganadora del Premi Alfons El Magnànim de narrativa en valenciano 2007- es un buen divertimento, pero que la novela que destripe definitivamente la "prensa del corazón" todavía está por llegar

No estoy muy metida en el mundo de los cómics, ni en general ni en particular. Leo cosas sueltas, las que me llegan por terceros, las que me interesan por temática… Por ejemplo, cuando estaba en la universidad me leí la saga entera de Sandman, por un amigo que me lo introdujo. También me hice, por entonces, devota de Love & Rockets, y sobre todo de sus protagonistas, Maggie y Hopey. Y, desde entonces, he caído rendida ante Alan Moore, Frank Miller, Daniel Clowes… y otros, pero sin llegar a profundizar realmente. Eso sí, recomiendo sus obras, desde Batman: Año Uno hasta V de Vendetta, Ghost World o Como un guante de seda forjado en hierro. Sin despreciar a la siempre eterna Mafalda o el genial Calvin y su inseparable Hobbes. Por otra parte, mi novia es entusiasta de un tal Liniers y su Macanudo, aunque yo no lo he leído nunca. Y me dejo, inevitable e injustamente, un millón de referencias en el tintero (Maus, Persépolis,...).

En fin, todo este preámbulo, puede que tedioso e innecesario, viene porque estas navidades me regalaron un cómic titulado, Salidas de emergencia. Bollería fina. La nueva entrega del primer cómic lésbico que se publicó en España, creado por Rosa Navarro (guionista) y Gema Arquero (dibujante), en el que se repasan los tópicos del mundo del ambiente “bollo”. Así, de entrada me recordó otros cómics parecidos que leí hace tiempo: Unos bollos de cuidado (Dykes to watch out for) y El mundo de Jane (Jane’s World). Ambos son norteamericanos, por lo que la gracia de Bollería fina estaría en su visión del ambiente patrio, por llamarlo de alguna manera y de forma rápida. Además, se trata de la primera publicación, de la carta de presentación, de una nueva editorial afincada en Barcelona, De Facto Ediciones.

Seguir Leyendo... Troni, Guille, Luna, Leo y Pau son un grupo de amigas. Unas chicas alrededor de los 20 años moldeadas por los estereotipos que las autoras han considerado oportunos. “La vida cotidiana de este grupo de cinco amigas, cuyos caracteres están muy bien definidos, se nos retrata abierta y desenfadadamente”, afirma Nazario (el padre del cómic gay en español) en el prólogo. Las autoras repasan a través de sus personajes, y con mucho, cualquier circunstancia que rodee ser lesbiana en España ahora, tal como la salida del armario, que tu novia te deje por un tío, las relaciones sexuales, el ambiente y las reacciones de aquellos que no están en el ambiente…

Como cualquier cosa que se circunscribe a un tema sólo cae en el estereotipo fácil, más siendo un cómic tipo viñeta, y al humor superficial. Es divertido, aunque un tanto plano, pero te ríes cuando una de las amigas insiste en ir a “la conferencia sobre la presencia de la menstruación en el arte femenino” y todas salen corriendo. O aquella que se lía a una madurita interesante y le suelta un discurso sobre todas las referencias lésbicas habidas y por haber: “¿Conoces la novela que escribió Alice B. Toklas sobre Gertrude Stein? Es más conocida que la de Djuna Barnes, pero menos intensa que la de Virginia Wolf”.

Como los chistes de Muchachada Nui o La Hora Chanante, o series como IT Crowd, sólo son graciosas para aquellos que comparten los mismos referentes. Así, Bollería fina interesará a quienes puedan reconocerse, aunque sea mínimamente, en sus páginas. O, puede, que a aquellos curiosos por saber de qué va todo esto. Aunque espero que no se queden sólo con esta idea.

Espido Freire - “Querida Jane, querida Charlotte” (Aguilar)

Alguien me decía que no podía ser que sólo hablara aquí de libros que me habían encantado, que también había que dejar constancia de los que no te gustaban nada. Normalmente tengo bastante puntería, no dispongo de mucho tiempo para leer y por eso trato de elegirlos cuidadosamente, a través de referencias o de algún detalle que los haga atractivos para mí. Pero hay veces que te equivocas. No me había leído ninguna obra de Espido Freire, nada a parte de artículos suyos en periódicos y revistas, sin embargo tenía bastante curiosidad por ésta que se anunciaba como un viaje a las tierras de Jane Austen y las hermanas Brontë, un paisaje y unos personajes históricos magnéticos, que vivieron entre el siglo XVIII y XIX.

Desgraciadamente, Querida Jane, querida Charlotte me ha resultado un libro decepcionante por banal y ligero. El mundo de estas escritoras inglesas es muy goloso y aquí, aunque presentado como un viaje emocional por la propia autora, queda retratado muy a vuela pluma. De palabra Espido Freire deja bien claro lo mucho que las adora, lo mucho que las conoce, pero para mí estas afirmaciones se quedan solamente en palabras, como cuando en una película te explican lo que está pasando o cómo es un personaje y desisten de mostrártelo con acciones, gestos, omisiones.

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El principio resulta prometedor cuando plantea su curiosidad hacia Austen y compañía: “A lo largo de los años, los expertos han analizado los aspectos más oscuros o desconocidos de sus vidas y de sus obras, han elaborado teorías para explicar lo inexplicable, es decir, cómo cuatro mujeres solteras y pobres, autodidactas, con mala salud, aisladas en el campo en un siglo que no potenciaba precisamente sus facultades, que murieron antes de llegar a la cuarentena se las arreglaron para escribir una docena de la mejores novelas en lengua inglesa”. Pero incluso ya a partir de ahí no podía obviar las referencias al propio proceso de escritura del libro, al viaje que Freire emprendió, a los inconvenientes con que se encontró, y la sensación que me dejaba página a página fue que todo se hacía sobre la marcha, sin demasiado rigor. Seguramente no fue así pero hablar con ironía de la cotidianidad, de los pequeños detalles y conseguir transportar con ello al lector es un arte que no todos los escritores poseen: “Junto al hotel que me hospedo en Leeds, un reloj muestra una inscripción poco alentadora: ‘Tempus fugit’. Decido tomarlo como un buen presagio: al fin y al cabo El tiempo huye es el título de mi primer libro de relatos. Bajo el reloj veo una tienda de vestidos de novia que propone que las jovencitas casaderas opten por un modelos de clara inspiración rococó, rojo, con un exceso de rosas y tul glacé. Discreto. La peluquería más sofisticada que he visto en mi vida ofrece sus servicios en la acera de enfrente. Se llama Fibre, y sólo acercarse a ella ya intimida”.

La primera parte está dedicada a Jane Austen y repasa, a través de varios capítulos, los diferentes lugares en que vivió y ambientó sus novelas la genial escritora inglesa: Bath, Southampton, Kent, Chawton, Steventon, Londres, Winchester. La segunda se centra en Charlotte, Emily, Anne, y la estructura a partir de la visita a cada una de las estancias de la casa donde ellas vivieron y donde se encuentra la Fundación Brontë. De sur a norte de Inglaterra, y de postre, una extensa bibliografía cuyo bagaje es una pena que no haya sabido transmitir Espido Freire. Un libro de viajes e impresiones tiene la obligación de contagiar y éste, conmigo, no lo ha conseguido.

El aumento de certámenes alrededor del género negro en nuestro país es un placer para los aficionados, que pueden ver como el número de lanzamientos se multiplica, e incluso, en el caso de los más afortunados, escuchar de voz de sus autores favoritos un análisis, sin ficción de por medio, tanto de su obra como de la realidad en la que se inspira. Yo no fui de los segundos, pero si de los beneficiados por lo primero, pues el certamen Barcelona Negra que tuvo lugar la pasada semana impulsó la publicación en nuestro país de una nueva obra del exitoso escritor británico Mark Billingham. El creador de las novelas protagonizadas por el inspector Tom Thorne, pasó por Valencia para promocionar Bajo Tierra (Algaida, 2008) y no perdí la oportunidad de hacerle unas preguntas, aunque lamentando que la situación se presentara cuando todavía no conozco su obra.

Acaba de asistir a la última edición de Barcelona Negra. ¿Qué tal la experiencia?
Era la primera vez que asistía y ha sido divertido. Es como otros festivales europeos, aunque no como los británicos. Aquí ha habido debates muy serios, público entusiasta y un montón de bebida.
¿Qué lo diferencia de los festivales anglosajones?
Creo que la diferencia fundamental es que allí hay cierto esnobismo, clasismo, entre los aficionados, mientras que aquí se toma desde un punto de vista más serio, valorándolo entre la escritura en general, lo cuál está muy bien.

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El motivo de su visita es la presentación de Bajo Tierra, su última novela publicada en España. Es tu segunda obra editada aquí, pero es la sexta protagonizada por tu personaje Tom Thorne. ¿Cómo lo ve? ¿Puede esto afectar a la comprensión de las historias que cuenta?
La verdad es que no sé porque se están publicando en este orden. Fue una gran sorpresa para mí porque es muy extraño. Mi agente me comentó algo al respecto pero poco se podía hacer. Es algo que suele pasar con muchas editoriales a lo largo del mundo. Ellos compran los derechos de los libros, los traducen y deciden el orden en que los publican. Yo sólo los escribo. De todos modos, aunque hay cierta continuidad, yo escribo los libros pensando que han de funcionar por sí mismos, como si fueran obras independientes, por lo que creo que no supondrá mucho contratiempo que se lean con el orden alterado.
Se lo preguntaba porque hay obras de otros colegas, como las de Ian Rankin, que en caso de no leerlas por orden uno se perdería buena parte del meollo de lo que cuenta.
Sí, estoy de acuerdo contigo, aunque hay mucha gente que lo hace. Yo por ejemplo la primera obra suya que leí no fue la primera, pero me empujó a buscarla y a leerlas todas desde el principio. A mí me gusta hacerlo así, pero hay mucha gente que no lo hace, de modo que mis obras las concibo para que funcionen en cualquier orden.
Sea como fuere, su principal personaje es el mismo, el inspector Tom Thorne y en España es prácticamente un recién llegado. ¿Podría presentárnoslo?
Claro. Yo diría que es un policía muy emocional, pero quizás no un gran policía. No siempre tiene la razón, al contrario, está muchas veces equivocado; no hace siempre lo que se le ordena o lo que se supone que debería hacer; se podría decir que es un poco desastrado, pero se preocupa. No se llama Thorne por casualidad (el termino inglés similar thorn se traduciría como “espina”, n.a.), porque es un personaje a veces molesto para los demás. No se da cuenta de cuando molesta en un sitio y al tiempo tampoco sabe apreciar cuando la gente sí le requiere en serio. En lo anecdótico tiene dos grandes pasiones, la música country de Hank Williams, Johnny Cash, y su equipo de fútbol, el Tottenham FC.
Tengo entendido que usted iba para actor y que empezó haciendo pequeños papeles de delincuentes en series policiales británicas de televisión. ¿Fue esa su primera relación con el género policial?
Quizás, hice tanto policías como ladrones, pero bueno, creo que lo que me aportó fue darme cuenta de que quería hacer algo sobre lo que tuviera algún control, ya que como actor no tenía ninguno. Es un trabajo terrible. De modo que me dirigí hacia la stand up comedy (monologuista de club, n.a.), donde es más fácil controlar tu destino. Pero quizás el hecho que más fuertemente determinó que empezara la serie de novelas protagonizadas por Thorne sucedió un año antes de que empezara a escribir, cuando fui víctima de un ataque en un hotel, en el que fui secuestrado durante unas horas por tres tipos, y que me impulsó a contarlo. No obstante, yo siempre fui un lector de novelas negras.
Eso he oído, que es un gran fan. ¿Cuáles son sus principales referencias?
Oh, de todo, desde las novelas de Sherlock Holmes, Dashiel Hammet, Raymond Chandler... hasta autores modernos, la mayoría de ellos americanos, como George Pelecanos, James Lee Burke, Michael Connelly…
Volviendo a su trabajo, el hecho de haber sido primero popular como comediante, ¿cree que le ha podido marcar de cara a su reconocimiento como autor?
No, no creo. Es más, pienso que me ayuda cuando participo en presentaciones, porque siempre que las hago empleo los primeros veinte minutos haciendo un poco de comedia, una especie de monólogo, y la gente ríe bastante en ese rato, y de pronto doy paso a la lectura del principio del libro que suele ser bastante oscuro, lo que me ayuda a enfatizar esa oscuridad por contraste. Creo que funciona muy bien.
He visto que todavía hace actuaciones de stand up de vez en cuando.
Pero muy ocasionalmente. Trabajé en eso durante veinte años y ahora no tengo realmente tiempo, porque vieajo mucho con la promoción de los libros y tengo también que escribirlos. Pero sí, aún hago alguna actuación ocasional en el Comedy Store, el club más importante de Londres. Todavía me gusta.
Como dice, no debe de tener mucho tiempo, porque desde que publicó la primera aventura de Thorne va a libro por año. ¿Cómo consigue ese ritmo?
Soy bastante disciplinado y, aunque no escribo todos los días, siempre cumplo con los plazos que me impongo y tengo mi rutina diaria muy planificada. Creo que es algo que comparto con los escritores a los que más respeto. Es un trabajo y lo trato como tal. No es algo místico o genético, ya sabes, uno no se sienta esperando la inspiración o las musas, uno se sienta y trabaja. Es un buen trabajo, pero es trabajo de todos modos.
Y al margen del secuestro que sufrió y que inspiró uno de sus libros, ¿cómo es su rutina de trabajo? ¿De dónde saca la materia que le inspira?
De cualquier parte. Sé por ejemplo, que la próxima semana voy a empezar a escribir una nueva novela de Thorne y aún no tengo una idea en mi cabeza. Pero habitualmente suelo empezar a trabajar a partir de una imagen. Por ejemplo Bajo Tierra lo empecé a escribir sólo con la idea de un chico con la cabeza envuelta en una bolsa de plástico y ni yo mismo sabía porque era así. Simplemente era una imagen que a saber de dónde viene, un día puede ser de una columna del periódico, otro, una anécdota que te ha contado alguien. Yo no parto de una historia, sino de una imagen.
Precisamente esta semana hablando con otro autor de novela negra, me comentó que él necesitaba conocer toda la historia antes de ponerse a escribirla y que no podía ponerse en la piel de escritores que improvisaban. Veo que su caso es el diametralmente opuesto.
Sí, bueno, creo que su caso es el minoritario. Yo conozco a un montón de autores que escriben como yo, prácticamente todos. Hacemos lo que se conoce como “conducir por la noche”: intuyes a dónde vas pero sólo conoces lo que tus faros son capaces de iluminar. Esto quizás te lleva en algunos momentos a callejones sin salida, pero finalmente siempre llegas a donde quieres ir.
Ya para finalizar, me gustaría volver a su personaje y su serie, de los que tengo entendido que se va a rodar una serie televisiva en el Reino Unido, lo que viene a confirmar su popularidad. ¿Qué siente al respecto?
Bueno, tengo sentimientos encontrados, pero no siento ninguna carga sobre el resultado final. Si es bueno o malo no tendrá mucho que ver conmigo. Respecto a la popularidad, tampoco creo que sea lo que les ha movido. Creo que simplemente les ha gustado el personaje y también las historias. Pero ahora serán adaptadas para la televisión y yo, que he trabajado en el medio, sé lo malo que es eso. Así que he adoptado la mejor postura que es la de alejarse, de modo que si resulta terrible diré que no tiene nada que ver conmigo, y si es brillante podré decir: “ese es mi libro ¿sabes?”.

Bret Easton Ellis - "Menos que cero" (Anagrama)

Hacía tiempo que no notaba una sensación de pérdida de tiempo tan grande al leer un libro como la que me ha transmitido la insustancial Menos Que Cero de Bret Easton Ellis. Sólo su brevedad aparente -lo que cuenta la novela se podía explicar, sin dejar de transmitir al lector la misma idea, en un solo párrafo- y la errónea creencia de que lo bueno que podría mostrarme un autor que goza de tanta popularidad estaba por llegar, me empujaron a seguir hasta el final de una novela tan vacua como pretenciosa.

Seguramente el par de golpes de efecto cerca de la conclusión del libro y la extendida curiosidad malsana de algunos por "conocer" los vicios de los poderosos -el meollo de la obra es ver lo depravados e insensibles que son los jóvenes hijos de los magnates hollywoodienses de los ochenta- sirvieron a mediados de los ochenta para encumbrar un libro al que el tiempo ha hecho justicia reduciéndolo a la nimiedad que es. Ni el estilo, pobre de solemnidad -frases breves, áridas y al tiempo brillantes son las de Bukowski (al que sin duda Ellis trató de imitar sin éxito)- salvan a la obra. Lo más acertado, su título. Absolutamente definitorio.

Jean M. Auel."El Clan del Oso Cavernario" (Editorial Maeva)

El viaje es una experiencia que puede traspasar fronteras geográficas pero también temporales. Y esa barrera es la que cruza Jean M. Auel con “El clan del Oso Cavernario”. Nada más y nada menos que 40 .000 años atrás.

La primera novela de la saga "Los Hijos de la Tierra" de la autora norteamericana es suficiente para imaginarse cómo debieron ser unos humanos incipientes, que comenzaban a fabricar sus primeros utensilios de piedra, habían descubierto el fuego, se iniciaban en la comunicación gestual y oral, además de manejárselas como nadie en la naturaleza.

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Sin duda alguna, esta descripción es una simplificación del concepto de Prehistoria, en concreto de la época Paleolítica, pero lo que no se puede negar es que Jean M. Auel recrea de forma espectacular el periodo más largo de la historia humana que ocupa el 99% de nuestra existencia. La proeza es mayor si se tiene en cuenta que la Prehistoria es la etapa anterior a la invención de la escritura, es decir, antes de que los seres humanos pudiéramos dejar rastro escrito de nuestro pasado.

Hemos necesitado de todo ese tiempo para conformarnos tal y como actualmente nos vemos en el espejo: somos seres sociales que caminamos erguidos y nos comunicamos con el lenguaje gracias a un cerebro de grandes proporciones (si lo comparamos proporcionalmente con el resto de nuestro cuerpo, claro está). Pero nuestra línea evolutiva no ha sido un camino de rosas. Al estilo de los ensayos científicos, la evolución humana ha realizado una serie de pruebas de fallo-error hasta conseguir adaptarse a las circunstancias cambiantes: que si una glaciación por aquí, que si ahora pasamos de bosque frondoso a sabana, que si nos toca competir con otros animales por la alimentación, ...La cuestión es que numerosos modelos humanos desaparecieron por el camino, como es el caso de los Neanderthales, mientras que uno de ellos consiguió sobrevivir: el Homo Sapiens, nuestro antecesor.

Y es este preciso momento el que retrata “El clan del Oso Cavernario”: La convivencia forzosa de una clan Neanderthal (especie que vivió en Europa y en partes de Asia) y una hembra Homo Sapiens que aparece en su camino. Aunque antropológicamente no existen evidencias suficientes del entrecruzamiento de estas dos especies, la originalidad del libro radica en mostrar los matices de estas dos líneas de nuestra evolución que los neófitos tendemos a incluir en el mismo saco. Elementos que siguen siendo de una rabiosa actualidad como la marginación de la mujer en la sociedad, la importancia de los ritos religiosos, la competitividad o la dificultad de la convivencia entre dos culturas diferentes.

Pero hay una cosa que Jean M. Auel destaca sobre las demás: nuestros antepasados eran tan inteligentes, creativos y humanos como cualquier persona de hoy en día.

* Para saber más: O bien continuar con la saga “Hijos de la Tierra” o bien adentrarse en el terreno audiovisual con "En busca del Fuego" (Jean Jacques Annaud 1982).

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