Roberto Saviano - "Gomorra" (Debate/Debolsillo)

Para cuando lea esto, seguramente un ejemplar de Gomorra haya llegado ya a su casa. Y es que, si le gusta leer, es difícil que un familiar suyo o usted mismo se haya resistido a las pilas de ejemplares que se podían ver de él en las grandes superficies y a la tremenda promoción que de él se ha hecho, a raíz especialmente de que su autor, Roberto Saviano, haya sido amenazado de muerte por uno de los delincuentes que aparecen citados en su libro. No obstante, este ensayo sobre la camorra napolitana lleva ya en el mercado español desde hace un par de veranos y fue entonces cuando recuerdo que llamó mi atención a partir de un fragmento del mismo recogido en un semanario de la prensa nacional. Y también recuerdo que a los pocos meses, una persona de mi confianza, me comentó que el libro desvelaba cosas interesantes, pero que, por unos u otros motivos, no era un gran ensayo. Así quedó aparcado, a la espera de un encuentro casual, hasta que se despertó la fiebre por él y un ejemplar acabó hace unas semanas en mis manos. Y con unas ganas renovadas me dispuse a leerlo.

Seguir Leyendo...

Las primeras páginas, con la descripción de la escena de los cadáveres de chinos cayendo de un contenedor de barco en el Puerto de Nápoles, hacía presagiar lo mejor que había podido leer acerca de la obra: que iba a poner ante mis ojos una realidad oculta, dominada por el hampa, y que tenía ramificaciones que llegaban a la vida diaria de toda la sociedad, lejos incluso del sur de Italia. Sin embargo, a las pocas páginas el impacto inicial se difuminaba, a medida que veíamos al joven narrador (cumplirá este año la treintena) moverse como Pedro por su casa por las zonas dominadas por la camorra. ¿Cómo lo hace? ¿A qué se dedica? Uno bien puede deducir que se trata de un joven seducido por este mundo de delincuencia o de un periodista infiltrado, pero tome el punto de vista que tome, será pura deducción, pues el autor en ningún momento se sitúa. A partir de entonces, le vemos pasar del puerto a las fábricas ilegales de ropa de diseño, y ya entonces nos encontramos con el síntoma que marcará toda la obra: Saviano tiene entre manos una historia muy potente que conoce a la perfección -o, al menos, en una gran profundidad- pero no sabe cómo contarla.

Esto queda de manifiesto en la historia del modisto, en la que creo recordar que por primera vez empiezan a aparecer nombres a discreción, sin que el autor encuentre el modo -o simplemente haga un esfuerzo, porque parece que no lo intente- de constituir una imagen de conjunto para el lector. Esto se repite, y más gravemente, en los capítulos titulados El sistema y La Guerra de los Secondigliano, en los que la profusión de nombres de camorristas, asesinatos, killers y capos generan un batiburrillo del que es difícil salir a menos que uno intuyera que el fin último de la lectura es ir realizando al tiempo un árbol genealógico de la camorra. Y el problema es que para cuando uno sale de él, ya se ha plantado en la mitad del libro.

Cabe señalar que es a partir de ahí cuando la cosa mejora, aunque lo hace gradualmente. Y uno puede entrever el papel que en el asunto juega la prensa, los vecinos de la zona, las grandes empresas, los niños o las mujeres. Sin embargo, a uno le sobrevuela constantemente la imagen de lo que había podido constituir semajante material en manos de un gran periodista. Porque Saviano cuenta historias tremendas, como la del párroco, los dos jóvenes obsesionados con las películas norteamericanas, o la testigo que denuncia a un killer (cuya historia estremece más por pensar que el autor contaba cuando la escribió lo que luego le sucedería a él), pero en todas, aunque mejor narradas que las iniciales, se percibe que podrían haber llevado más lejos con una narración más selectiva en los detalles. Pese a ello, el escritor, que va ganando protagonismo en el relato en sus capítulos finales, logra en ellos un cierto increscendo para desembocar en un correcto final en el que une una muy interesante historia -la del tratamiento de residuos- con un desenlace personal.

Conociendo el contexto de la obra, a un servidor le quedó un regusto agridulce tras su lectura, pues a pesar de la profusión de datos, el relato de Saviano no es definitivamente bueno para hacerse una nítida composición de lugar de lo que quiere retratar. Es más, a nivel cultural, su lectura puede resultar incluso contraproducente, pues mucha gente ajena a la lectura de ensayos se va a enfrentar por primera vez a uno con él, y su estructura no es ni sencilla, ni clara, ni esclarecedora. Esto suma un poso más a la amargura de la lectura, aunque el brillo de esperanza lo pone la valentía demostrada por su autor a la hora de escribirlo, pues acertadamente o no, directamente o no, ha arrojado un halo de luz sobre una de las miserias del mundo occidental. Y sólo por eso ya merece nuestro respeto y aplauso.

0 comentarios:

Blogger Templates by Blog Forum