Paco Roca: "Creo a partir de mi miedo"

Esta misma semana se hizo pública la decisión del jurado encargado de dilucidar el Premio Nacional del Cómic, que en esta su segunda edición fue >a manos de Paco Roca, por su obra Arrugas. Con motivo de este galardón que se suma a una larga lista de premios nacionales e internacionales, recupero esta entrevista que mantuve con el autor a los pocos meses de salida de la obra, y que apareció en su día en el suplemento de ocio del diario Superdeporte.


Que Valencia es tierra de dibujantes no dejaría de ser un tópico más si no fuera porque, a pesar de la inexistencia desde hace muchos años de una industria autóctona del cómic y el escaso apoyo institucional al noveno arte, efectivamente, un puñado de locos sigue luchando desde aquí por ganarse la vida entre los márgenes de las viñetas. Uno de los últimos en haber logrado el reconocimiento en su tierra, pese a contar con él desde hace tiempo más allá de nuestras fronteras, es Paco Roca. Guionista y dibujante de sus propias obras, Roca ha logrado ahora este reconocimiento masivo a raíz de la publicación de su última obra, Arrugas, que pone de nuevo de manifiesto que el cómic es un excelente vehículo para contar historias que verdaderamente importan.

La excusa que propicia esta entrevista es la reciente publicación de Arrugas, su último trabajo que salió a la venta antes de Navidades y parece que está yendo muy bien…
Sí, en Francia van por la segunda edición, y las tiradas allí son grandes, de diez o quince mil ejemplares; mientras que en España, donde se editó un poco después y el mercado es más reducido, vamos por la mitad de la primera tirada. De modo que sí, muy bien. Además en Francia fue seleccionada entre los veinte mejores álbumes del año y aquí en España fue elegido cómic del año por dos publicaciones tan dispares como el diario 20 Minutos y por Mondo Sonoro.

Por lo que sabemos, al profano al mundo de la novela gráfica, que identifique cómic con superhéroes o humor infantil, Arrugas le supondrá una sorpresa, porque su historia va por unos derroteros más realistas.
Sí, seguramente sí, pero como dices, de un tiempo a esta parte se ha popularizado el género de la novela gráfica, en el que tienen cabida temáticas al margen de los géneros entendidos en el sentido clásico. Es una corriente que lleva como unos diez años y en el que hay grandes exponentes como Maus, que obtuvo el Premio Pulitzer siendo el primer cómic que lo obtuvo, y que toca temas de corte social, político, o sencillamente, más orientado al público adulto, con un formato de libro y con muchas más páginas.

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Es el caso de Arrugas, que cuenta la historia de una persona mayor que comienza a padecer Alzheimer y es ingresada en una residencia. ¿Cómo le da por tratar este tema?
Se juntan un montón de cosas. Lo que a mí me motiva a crear no es lo que más me gusta o me divierte, sino las cosas que llevo dentro y hacia las que muestro un cierto temor, creo a partir de mi miedo. Uno de mis miedos sería la vejez, que tengo presente en mis padres, cada vez más mayores, y que a pesar de haber sido siempre gente activa, ves que ya no pueden hacer lo que hacían antes. Todo eso te va afectando y haciendo sensible al problema. A eso se juntó que el padre de mi amigo MacDiego, que era una persona a la que siempre recuerdo leyendo en su biblioteca o compartiendo su enorme sabiduría, y que para mí era un referente de lo que quería ser una vez llegara a su edad, también se vio afectado por el Alzheimer. Y fue un trauma ver como esa persona a la que respetabas empezaba a caer en esa decadencia tan horrible que es la enfermedad. Todo ese cúmulo de cosas me imprimió la necesidad de contarlas.

No obstante, aunque la melancolía se impone, habrá momentos de alivio en el libro.
Sí, tampoco quería que fuera un cómic demasiado triste. Intentaba buscar un poco el optimismo, aunque realmente era muy difícil. La historia es triste, sí, pero quería que tuviera un punto especial. Recuerdo que cuando tenía la idea ya medio pensada, sobre un anciano que entraba en una residencia, tenía en la cabeza bastantes tópicos sobre la vejez y pensaba en una historia un tanto desmadrada. Pero después de ir a residencias de ancianos, para recopilar información, esa comedia se fue convirtiendo en este libro en el que todavía tiene algo de cabida el humor, pero se aprecia que va ganando el tono melancólico.

Lo cierto es que, gracias a este trabajo, está recibiendo una gran atención mediática. ¿Cómo lo lleva?
Por un lado está muy bien, porque sirve por ejemplo para hablar del cómic como un arte para adultos. Además, como ha habido últimamente un auge en los medios del tema del Alzheimer, con el caso de Maragall o las películas que están haciendo sobre el tema, es un momento perfecto para poder darlo a conocer. De modo que sí, que por un lado me reconforta, pero por otro me asusta al pensar que todo ha sido un poco casual, que he contado simplemente la historia que en ese momento me apetecía, sin pensar en la repercusión que iba a tener. Y eso sí, me asusta de cara a mis próximos proyectos, porque el que ahora estoy haciendo no tiene nada que ver con todo eso.

Pues nosotros aprovecharemos para hablar no sólo de este libro, sino de toda su trayectoria, porque cabe señalar que, entre la presentación de Arrugas en el Reina Sofía, y sus primeros trabajos remunerados hay una diferencia notable.
Sí (risas), pero en cierto modo esa distancia es el camino que ha recorrido el mundo del cómic en España en estos años. Cuando empecé a principios de los noventa, apenas había ya revistas. Había pasado el boom de los ochenta y el tebeo había caído. Era una cosa para minorías, ‘freakies’ y demás.

Y lógicamente, dijo “ésta es la mía”.
Sí, aquí voy a meterme (risas). La verdad es que no sabía por dónde empezar y tenía un amiguete que dibujaba para una revista que se llamaba Kiss Comix, que era de tema porno. Entonces vivía con mis padres, tenía veintipocos años, preparé una historia erótica sobre Aladino y me fui a Barcelona a llevársela al director, que era el mismo que el de Víbora. Era un señor mayor, serio, con acento catalán y muy parco en palabras. Cogió mis páginas, las miró detenidamente y, tras dejarlas sobre la mesa, me dijo: “Bien, pero quiero más venas y más humedad” (risas). Cuando regresé a casa, con la frase retumbándome en la cabeza, no les dije a mis padres las correcciones, más bien les dije poco de todo el trabajo, las hice y empecé a trabajar en Kiss Comix. Y fue un buen inicio, divertido, y como es una época en la que vas ‘calent’ todo el día, documentarte no es un problema.

De todos modos, hay que señalar que hay un contraste notable entre lo que hizo por encargo para Kiss Comix y sus intereses, que comenzó a plasmar en sus primeras obras, situadas en contextos históricos claramente identificables.
Bueno, tanto en mis primeros trabajos para Víbora como en Gog, mi primer álbum, los guiones los hice con Juan Miguel Aguilera, un escritor de ciencia ficción y novela histórica, y ese inicio también se me quedó en parte; me sigue gustando la ciencia ficción y la fantasía. Pero lo primero que hice en solitario, El Juego Lúgubre, sí supuso un cambio de registro, aunque mantuve de mi experiencia con Juan Miguel el gusto por el detalle. Si algo ha de quedar creíble ha de estar muy bien documentado. Así me documenté mucho sobre Dalí, sobre el que gira el cómic, y viajé a Cadaqués para documentarme in situ. Y es algo que sigo haciendo.

Lo que deja claro es que lo de hacer historietas es un trabajo arduo. ¿Es lo que imaginaba cuando ansiaba ser dibujante?
En cierta forma no, las cosas no son como parecen y cualquier afición puede convertirse en un trabajo. Cuando empiezas sí sientes una ilusión especial. Ver publicadas las cuatro páginas de Kiss Comix, aunque fuera una revista -con perdón- de pajilleros, cuando aparecieron, supuso uno de los momentos más bonitos de mi vida. Pero todo eso empieza a cambiar. A medida que te profesionalizas has de cumplir unos plazos, tienes una responsabilidad basada en tus anteriores trabajos y tus lectores. Cada vez estás sujeto a más presión. Sigues disfrutando, pero cada vez es más un trabajo.

¿Y es posible ganarse la vida con ello?
Sí, pero es difícil hacerlo publicando un solo libro al año, a menos que sea uno de los grandes. Pero a mí me gusta hacer las cosas que me apetecen y dedicarle el tiempo preciso a cada cómic. Y además, la gente que conozco que sólo se dedica a esto, no es que se vuelva freaky, pero sí que pasa mucho tiempo sola, porque el trabajo lo requiere. Y como la ilustración publicitaria te proporciona cada día un trabajo nuevo, a mí me gusta compaginar ambas cosas.

De todos modos estará trabajando ya en nuevo material. ¿Qué podemos esperar próximamente?
Estoy preparando un nuevo álbum para la editorial francesa que me publicó ‘Arrugas’. Éste tiene que ver con el destino, y en principio narrará la historia de un chico que entra en un barrio, se pierde en él, y se va topando con otros que, como él, no pueden salir. Después tengo pensado recopilar unas historias que en su día publiqué bajo el título Como Cagallón Por Acequia (frase coloquial valenciana –“com cagalló per sequia”- empleada para referirse al que va sin rumbo fijo, n.a.), inspiradas en mi vida real, que ensamblaré, añadiendo nuevo material y actualizando el que ya tengo, para formar un nuevo álbum que también se editará en España y Francia.

A ver si le hacemos entonces tanto caso como ahora.
Será diferente, porque ya no será un tema social, pero como siempre trataré de crear algo que llegue a todos los públicos y no sólo a los lectores de cómic.

AUTOR CON CATÁLOGO
Aunque el éxito, en forma de reconocimientos de crítica y público, le esté sonriendo ahora de un modo especial con la publicación de Arrugas, Paco Roca ya había publicado con anterioridad varios álbumes que fueron ampliando su buena reputación tan en España como en el extranjero. Gog, inscrito en la ciencia ficción y realizado junto al escritor Juan Miguel Aguilera, fue el que abrió fuego, antes de que Roca emprendiera el camino en solitario. El Juego Lúgubre estableciendo un paralelismo entre la presencia de Dalí en Cadaqués y la historia de Drácula, fue el siguiente. Tras él llegaría Hijos de La Alhambra, que primero se editaría en Francia, un libro de aventuras que ha de ser el primero de una serie protagonizada por el mismo personaje y que Roca considera que el público “aún debe descubrir”. Finalmente llegaría El Faro, una historia íntima ambientada en la Guerra Civil española que fue todo un éxito en Francia.


1 comentarios:

    On 25 de noviembre de 2008, 20:51 Anónimo dijo...

    Me alegro inmensamente por Paco Roca, su obra Arrugas es una auténtica maravilla, no en vano lo comenté fascinada en el blog de Metropolis Libros.

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