Ángel Vallvey - "Muerte entre poetas" (Planeta)

Adornadas por el halo de misticismo que conllevan los Premios Planeta (que si bien anima muchas veces a los no lectores a acercarse a un libro, también distancia a los habituales) básicamente por ser los galardones literarios con mayor recompensa económica del mundo (y a consecuencia de ello, con mayor repercusión mediática), se editaron hace escasas fechas la obra ganadora y la finalista de su última edición. Y aunque uno suele empezar en estos casos por la ganadora, el enrevesado inicio de La hermandad de la buena suerte, la obra con que Fernando Savater se alzó con el máximo galardón, me empujó a centrar mi mirada en esta Muerte entre poetas, la novela finalista del certamen, escrita por la poeta y novelista Ángela Vallvey. Y creo que el cambio valió la pena.

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Al menos de primeras, el planteamiento directo de Vallvey y su narración sencilla se me antojaron más atractivos, que la prosa retorcida empleada por Savater en las dos primeras decenas de páginas que no permitían aún saber de qué iría la cosa en su novela. Quizás yo tenía un mal día, pero la presentación en el primer capítulo del agrio personaje cuyo posterior asesinato propiciará la trama de Muerte entre poetas, se adaptó perfectamente a mis necesidades lectoras. Ligera, fresca, entretenida y adictiva, la obra de Vallvey, recurre al esquema clásico de las novelas de intriga de Agatha Christie -asesinato en una comunidad en la que se integra el detective que dialogará con todos los sospechosos hasta dar con el asesino- para realizar una suerte de retrato agridulce del mundillo literario/poético autóctono, empleando para ello tantas dosis de cariño, como de humor y de autocrítica. El desenlace de la trama es en la novela lo de menos, aunque la autora no desestima el gancho de la investigación para facilitar que el tránsito de personajes y testimonios sea aún más interesante y no llegue a resultar cansina la composición del personaje asesinado, en el que la que fuera ganadora del Nadal con Los estados carenciales, reúne seguramente los rasgos más despreciables que se ha encontrado en su profesión. Si a todo ello se le suma el inevitable juego por parte del lector de la búsqueda de paralelismos entre los personajes ficticios y los que nos ofrece la realidad, el resultado es una novela agradable y entretenida, e incluso didáctica a la hora de ofrecernos el acceso a un mundillo que a la mayoría nos es ajeno. Poco más se puede pedir.

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