Enric González – “Historias de Nueva York”. (RBA)

Desde hace algo más de un año me he convertido en adicta a las columnas y artículos del periodista Enric González en El País. Me encanta su ironía, la humanidad que transmite y sus variopintos conocimientos; igual te habla del último partido del Inter que de la historia de un visionario explorador inglés. Ahora tengo la suerte de disfrutarlo en una ración diaria.

González se ha pasado media vida de corresponsal en diferentes ciudades del mundo: París, Londres, Nueva York, Roma,… Y de estas vivencias es de donde le surgió la idea de “hacer una guía de contexto” sobre algunas de ellas. Yo solo me he leído estas Historias de Nueva York pero próximamente le pienso hincar el diente a Historias de Londres, porque me ha dejado un excelente sabor de boca. Es de esos libritos que sin demasiadas pretensiones consiguen engancharte, divertirte, emocionarte y francamente, pasarlo en grande. Su extensión no llega a 150 páginas, pero a mí me ocurrió que conforme avanzaba en su lectura más lento iba leyendo porque no quería que se terminara nunca, y cuando llegué a su conmovedor final supe que sería un libro al que volvería muchas veces. Una joyita escrita por un gran tipo.

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Historias de Nueva York es altamente recomendable para cualquier lector pero más aún si se trata de alguien que viaja por primera vez a esa ciudad porque transmite con gran sutileza los entresijos y la atmósfera que se respira en esa descomunal urbe que te impresiona y te engulle si te coge desprevenido (“En Nueva York, que no sabe de nuestra memoria sentimental ni de nuestro calendario, siempre es hoy y todos los momentos valen”), y te ofrece una interesante lista de lugares para no perderse que están fuera de las guías convencionales.

Es una obra corta y aún así es difícil elegir un pasaje entre todos. A mí me fascinó el relato que hace el autor de su bajada a los sucios sótanos de Manhattan en busca de la vieja Nueva Ámsterdam, los Five Points y el ‘carnicero’ William Cutting, aunque tampoco tienen desperdicio el repaso que hace por los millonarios que construyeron los primeros rascacielos (“Los forasteros en Nueva York somos reconocibles porque vamos por la calle mirando hacia el cielo con la boca abierta. A algunos se les pasa en unos días. Otros llevamos la nuca encajada entre los omóplatos durante meses”), las sucesivas generaciones de mafiosos, o la pas
ión de los estadounidenses por el béisbol y la permanentemente desigual rivalidad entre los Yankees y los Mets. A lo largo de sus páginas asistimos a la logística cotidiana de un corresponsal en busca de apartamento, compartiendo bebida con compañeros de otros medios, entrevistando a gente estupenda como el científico Oliver Sacks, y descubrimos con una incontenible sonrisa las pequeñas excentricidades del autor. Enric González consigue contar todo esto y más como quien no quiere la cosa, como a mí más me gusta, dando la sensación de que lo ha ido escribiendo sobre la marcha y en fresco, transmitiendo una enorme pasión y curiosidad por la vida y el mundo, paladeando cada segundo de lo que le ocurre, en lo bueno y en lo malo porque de esto también hay.

Con este párrafo Enric concluye su libro: “Nueva York sigue siendo una tormenta de almas, un caudaloso río humano. Para entender ciertas cosas no hacen falta idiomas, ni experiencia, ni memoria. Basta con abrir la ventana y escuchar el rugido de la bestia”. Hace poco mi chica y yo paseamos por el West Village guiadas, entre otras voces, por la de él, y no pudimos reprimir el impulso de tomarnos unas cervezas en el Blind Tiger a su salud.

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