Andrea Camilleri - "El perro de terracota" (Salamandra)
viernes, 26 de septiembre de 2008 by Juan E. Tur
Debido a la extraña pero cómoda costumbre de muchos periodistas especializados, de copiar las consideraciones de otros colegas cuando desconocen un tema (en lugar de reconocer el desconocimiento o simplemente, apuntar la materia desde otro ángulo), a punto estuve de que mi relación con la obra de Andrea Camilleri se limitara a la lectura de La forma del agua. Y es que, animado por las constantes recomendaciones que de esta novela se hacían siempre que el nombre de su autor salía a relucir, fue la primera protagonizada por Salvo Montalbano que cayó en mis manos. Sin embargo, en lugar de acabar entusiasmado ante una obra brillante, lo que me encontré fue una novela policíaca de corte mediterráneo -muchos exteriores y aparente descripción social- bastante convencional, que situaba al autor italiano (a mi parecer, y con una sola lectura) un paso por detrás de sus colegas de referencia. Y así quedó nuestra relación hasta que, en las últimas vacaciones, quién sabe por qué motivo, se cruzó de nuevo en mi camino y me propuse darle una nueva oportunidad. La elegida en esta ocasión fue El perro de terracota y puedo avanzarles que fue una decisión acertada.
Seguir Leyendo... Porque ya desde las primeras páginas de la novela me encontré con un autor liberado del encorsetamiento formal que hacía de La forma del agua una novela estándar. Escrita dos años después de aquella -y con una La ópera de Vigàta también protagonizada por Montalbano de por medio-, El perro de terracota empieza a modo de comedia de enredo y sin plantear un caso concreto. En cambio, al comisario se le agolpan, en el transcurso de unas pocas horas, una serie de problemas que en principio irá resolviendo a trompicones y de modo a veces accidental, aunque poco a poco, lo que parecían sucesos aislados, acaben apuntando a un problema mayor. Con esa excusa, la del delito siempre necesario de la novela negra, Camilleri traza -esta vez sí- una tragicómica historia, que le sirve para dibujar un retrato de la sociedad contemporánea que puebla esa Sicilia en la que ubica su ficticia Vigàta. Las mafias, los silencios, los enchufes, el conservadurismo, las apariencias... todo va desfilando ante los ojos de un lector que devora una novela tremendamente ágil, que se eleva aún más con una inteligente trama paralela, la del hallazgo de unos cadáveres asesinados medio siglo atrás y su imposible investigación por parte del comisario, que sirve a su autor para hacer una semblanza de la Sicilia de la 2ª Guerra Mundial. Y todo ello, mientras el lector se entretiene, seguramente en muchas ocasiones, sin ser consciente de lo que se le está contando.
Así se configura una obra sencilla y agradable en su apariencia (con un Salvo Montalbano ácido y con cuerpo), pero tremendamente sólida. Una novela que ha provocado que otra de las protagonizadas por el comisario me mire ya de reojo en estos momentos, y que espere con interés la salida de La muerte de Amalia Sacerdote, la obra con la que, días después de completar ésta, Andrea Camilleri se alzó como vencedor del II Premio Internacional de Novela Negra RBA.